¿Que estás dispuesta a perder?

Por más de 10 años nunca quise perder.  Para esos días yo decía o hacía cualquier cosa para defender mi pasión por aprender de emprendimiento. 

Y también, por esos años me convertí en madre, esposa, ama de casa y una empleada a tiempo completo que deseaba tenerlo todo. 

Entonces, a finales de 2022 dejé mi último trabajo y me lancé a desarrollar mi proyecto. Lo que yo no esperaba era que eso también me formara a mi. 

Verás mi querida empresaria en potencia. Cuando hacemos pública la idea de que seremos emprendedoras, el mundo nos cae encima.

Y no solo porque nos cuesionan y critican, sino porque también el mundo a nuestro alrededor espera que estemos más disponibles para ellos.

O así lo sentí yo. Porque tan pronto renuncié al trabajo tuve más tiempo «libre» y podía encargarme de muchas cosas en mi casa, con el niño e incluso hacer algunos favores para mi pareja.

Pero, ¿acaso yo no había liberado mi tiempo para emprender? ¿Acaso no debía enfocarme en hacer que mi proyecto funcionara? 

Mi repentino tiempo libre pasó a ser un problema porque, si yo diseñaba una agenda de actividades, mi esposo tenía favores bajo la manga para pedirme. Y si yo dejaba de enfocarme en mi emprendimiento y tenía tiempo, mi esposo me decía que «aprovechara el tiempo». 

Entonces, siempre estaba molesta intentando explicar mi punto de vista, mis desiciones, mis formas de usar mi tiempo y en lucha permanete por tener la razón. 

Estar dispuesta a perder

Lo sé. Es bastante complejo ser una mujer casada, una mamá y esposa que quiere ser dueña de su tiempo y de sus desiciones de cómo usarlo.

Porque la realidad es que todos quieren tener una opinión de lo que deberías o no hacer. 

Entonces me registré a un programa de emprendimiento liderado por una mujer fabulosa, y entendí esto. Que yo debía estar dispuesta a perder. 

Cuando lees esto rápidamente, seguro sientes un hueco en el estómago o te da dolor de cabeza porque dices: ¿Cómo que estar dispuesta a perder? ¿Acaso no te das cuenta que tu esposo quiere disponer de tu tiempo también?

No se trata de que él o yo tengamos la razón. De hecho es todo lo contrario. 

Cuando estás dispuesta a perder te das cuenta que esto lo engloba todo, y no solo tiene que ver con sentir que tienes la última palabra. Perder en este aspecto es estar dispuesta a soltar viejos patrones, ideas, creencias, conductas y comportamientos que a nadie ayuda. 

Entonces entendí que en todo este juego de ser dueña de mi tiempo, de mi productividad y mis resultados, habían una cantidad de prejuicios y expectativas que flotaban en el aire, pero que nadie había verbalizado. 

Esto me llevó a tomar la iniciativa y expresar todo lo que mi esposo ignoraba. 

Lo primero que le dije fueron todas mis ideas de cómo quiero vivir esto de tener un emprendimiento. Le conté cómo se ve mi proyecto, cómo quiero experimentar mi energía productiva y cómo es mi expectativa de ser madre, esposa, ama de casa y emprendedora. 

Luego escuché sus ideas. Entendí sus temores, sus razones para insistir en que yo aproveche el tiempo y sus creencias de cómo es ser una persona productiva. 

Perder todos los días

Una de las conferencistas y coach transformacionales que más disfruto escuchar es Lisa Nichols. De ella admiro su feminidad, su fuerza y esas frases que solo ella puede expresar.

Y una de esas es: «No es de tu incumbencia lo que digan los demás de tí».

Intento escuchar a Lisa tanto como puedo para recordar sus palabras, porque todos los días las necesito.

Porque mi esposo es un ser maravilloso con una identidad definida, con formas particulares de ver las cosas y con maneras muy suyas de expresarse. 

Y como el tiene una forma muy masculina de interpretar el mundo, muchas veces tiene problemas para comprender mi idea de una mujer productiva. Y eso está bien. 

Allí es cuando opto por perder porque ya no me interesa tener la razón, defender mis ideas y comprobar que yo si soy productiva. 

También estoy dispuesta a perder cuando no me dejo provocar por sus reclamos sobre mi uso del tiempo. Y pierdo feliz porque le recuerdo que él quiere a su lado a una mujer femenina, y no a una mujer masculina que use faldas. 

Y lo sé. Perder no es fácil. Perder también se ha convertido en tener que dejar la computadora cuando más estoy inspirada porque es hora de hacer la cena, de ayudar al niño con las tareas o atender otro asunto. 

Allí es cuando no quisiera perder. 

Entonces respiro y me desconecto de mi campo de energía productiva porque veo esos momentos como mi cable a tierra.

Así vuelvo a ser una mujer que disfruta cocinar para consentir a su familia y una mamá que quiere estar presente en la vida de su hijo.

Mis conclusiones…

Tanto mujeres como hombres queremos tener la razón y nunca tener que perder. 

Esto es lo que complica la convivencia entre esposos y entre padres e hijos. Sin embargo, creo que es valioso replantearnos el significado de perder. 

Es bueno tener presente que nuestro idioma español es muy amplio y permite demasidos significados e interpretaciones. 

Por tanto, te animo a ver con otros ojos a la idea de perder. Y comienza a practicar ese concepto de soltar, de abandonar lo que no te sirve, de eliminar de tu vida lo que te impide volar e incluso, proteger con tus pérdidas tu paz, tu calma y tu energía productiva. 

Yo seguiré perdiendo cada día. Ya no me importa tener la razón mientras yo siga siendo fiel a mi misma. Porque yo soy la que experimentos mis cambios energéticos cada mes, y yo sé mejor que nadie en esta casa como aprovechar mi propia energía femenina. 

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